Aunque es bastante difícil cambiar hacia un consumo más sostenible porque los sistemas son complejos, nosotros, como sociedad, incluyendo tanto a la industria como a los consumidores, debemos empezar desde algún punto.
La temporada de Carnaval está a la vuelta de la esquina. La gente de todo el mundo, desde Brasil hasta Italia y España, se disfraza y sale a celebrarlo con sus amigos o familias. En España, el Carnaval es una de las grandes ocasiones y se celebra durante toda la semana con desfiles, innovadores disfraces, fiestas callejeras y conciertos (Figura 1: El tradicional desfile de carnaval de la localidad gallega de Verín, Ourense, España). Es bastante habitual que la gente se disfrace de sus cantantes favoritos, de personajes de ficción o simplemente se ponga un mono de animal para la celebración. De hecho, se consideraría raro no disfrazarse. Pero, ¿cómo es el impacto medioambiental de estos disfraces?
Cada año se generan más de 92 millones de toneladas de residuos en la cadena de suministro de la industria de la moda y textil. De hecho, la mayoría de estos residuos acaban, desgraciadamente, en los vertederos o en incineradoras (Moda Re, 2021). Según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, el volumen de ropa que los españoles tiran anualmente se cifra en 8 kg por persona (Asirtex, 2016). Teniendo en cuenta que la población de España es de 47.398.695 habitantes para el primer semestre de 2021 (INE, 2021), el volumen de residuos de ropa podría estimarse en 379.190 toneladas que llenarían 27.085 camiones de gran tamaño.
Las cifras se vuelven más llamativas si tenemos en cuenta el impacto medioambiental de la industria textil durante el proceso de producción. La industria de la textil tiene un 6,7 % de las emisiones mundiales de GEI, lo que supone unos 3.300 millones de toneladas métricas de CO2 -eq. (Quantis, 2018). También se informa de que la industria de la moda es una de las que más agua consume. En 2015, se utilizaron 200 toneladas de agua para producir una tonelada de textil (Niinimäki et al., 2020). Por ejemplo, para producir una camiseta y un par de vaqueros se necesitan 20.000 litros de agua, lo que equivale al consumo de agua de 60 hogares en España (Armstrong, 2019; véase en la figura 2). Pero el uso intensivo de agua no es el único impacto ambiental importante, las aguas residuales mal tratadas también constituyen un riesgo para las masas de agua locales, ya que pueden contener sustancias químicas tóxicas (Niinimäki et al., 2020).
Entonces, ¿qué podemos hacer como consumidores para reducir nuestra huella ecológica sin dejar de disfrutar de la celebración del carnaval? En primer lugar, podemos empezar por reducir nuestro consumo y aumentar la vida útil de las prendas ( EMF, 2017), no solo para los disfraces ocasionales como los de carnaval, sino también para todo tipo de prendas como camisetas y vaqueros. Para ello, deberíamos utilizar una camiseta o un vaquero más de 3-4 veces y si se rompe deberíamos repararlo. De hecho, Claudia Rodríguez, experta en integración de prácticas de sostenibilidad y economía circular en Alén y con un gran conocimiento de la industria de la moda junto a otros sectores, sugiere que sería una gran solución animar a los consumidores -sobre todo a los jóvenes- a comprar prendas resistentes o repararlas a través de la personalización DIY, o la costura, por ejemplo.
Otra alternativa puede ser aumentar el número de usuarios por producto ( EMF, 2017), específicamente para eventos especiales como el carnaval. Claudia Rodríguez indicó específicamente que los disfraces de carnaval están hechos en su mayoría de materiales de baja calidad con mayor impacto ambiental, por ejemplo, el poliéster. Así, en lugar de usarlos una vez y tirarlos, podemos alquilar disfraces en tiendas o intercambiar disfraces con nuestros amigos o familiares. De hecho, las prácticas culturales podrían desempeñar un papel importante en la adopción de prácticas de sostenibilidad, concretamente en la reducción del consumo. Por ejemplo, Claudia comenta que en A Coruña, España, existe una tradición llamada "choqueiros" (el significado léxico es vestirse con cualquier traje) y que se celebra el martes de carnaval, donde la gente local simplemente se pone cualquier traje que tenga en su casa.
Rodríguez también apuntó que es fundamental aumentar el número de plataformas online de alquiler o intercambio de ropa para eventos especiales, incluidos los disfraces de carnaval. Esta es también una alternativa para nuestros trajes diarios. Podemos considerar la compra de ropa de segunda mano tanto en plataformas online como en tiendas reales, lo que es una buena alternativa para mantener las prendas dentro de la economía en la medida de lo posible. Si tenemos ropa en buen estado pero ya no la usamos, en lugar de tirarla podemos darla a las tiendas de segunda mano o donarla a las asociaciones como Cáritas para que le den más usos.
Además, hay marcas que recogen las prendas sin usar para repararlas y reutilizarlas. Clasifican las que se pueden usar y las donan a organizaciones benéficas, las que están rotas las reparan o las que ya no se pueden usar se destinan a otros fines como convertirlas en trapos.
Las prácticas mencionadas pueden parecer poco significativas, pero debemos tener en cuenta que si todos realizamos estos pequeños cambios en nuestro estilo de vida, los efectos pueden ser mayores. Aunque es bastante difícil cambiar hacia un consumo más sostenible porque los sistemas son complejos, nosotros, como sociedad, incluyendo tanto a la industria como a los consumidores, debemos empezar desde algún punto. Así que, en esta temporada de carnaval, tengamos en cuenta nuestro medio ambiente y, en lugar de comprar y tirar un disfraz, prestémoslo o alquilémoslo.
¡Que tengas un feliz carnaval sostenible y sano!
Dr. Nadin Özçelik
Investigadora postdoctoral en el proyecto EU 1.5 Lifestyles
Universidade da Coruña